martes, 11 de junio de 2013

Google Glass es el futuro pero... ¿es el presente?


Y Google comenzó a entregar sus famosas gafas a una selecta élite de referencias en el mundo de la tecnología y han comenzado a circular por la red los primeros análisis de un equipo que es bien merecedor de la manida etiqueta de 'revolucionario'. Todo es nuevo. No estamos realmente ante tecnologías rompedoras, pero sí de la aplicación de las existentes en una nueva funcionalidad, algo que es realmente diferente en los días que vivimos. Cuando el grueso de los fabricantes se exprimen las neuronas en ofrecer un gigahercio más o subir un peldaño en la resolución de las cámaras, el verdadero mérito consiste en ofrecer algo nuevo para el usuario. Y no a nivel técnico.

 Quién lo iba a decir, pero Google parece haberlo logrado. Los de Sergey Brin y Larry Page son un hervidero de ideas (ya sabes, un 20% del tiempo de sus ingenieros se dedica a proyectos propios personales financiados por la firma), pero también cuentan con un recorrido cubierto de sonados fracasos. No vamos a abrir la caja de los truenos, pero basta con recordar marcas como Wave, Buzz, Orkut... o algunos que funcionaban pero que no gustaron en la casa como Google Reader. ¿Y Glass? ¿Será un sonado fracaso o un proyecto rompedor? Lo analizamos.

 La red se ha llenado de comentarios, impresiones, y diversos análisis que nos dejan boquiabiertos. Realmente es algo nuevo. El poder ir por la calle sacando fotos o subiendo vídeos que van directos a YouTube sin prácticamente tener que sacar las manos de los bolsillos es realmente innovador, y con una trascendencia en el día a día que todavía desconocemos. En la era de los móviles en la que no queda un solo suceso sin registrar por su indiscreto ojo, llega un dispositivo que siempre está ahí preparado para ser empleado de forma automática. Y desde el punto de vista del propio usuario el alcance es todavía mayor: leer correos, obtener indicaciones para ir a lugares o chatear sin emplear las manos y pudiendo hacer otra cosa al mismo tiempo nos sitúa en un peldaño superior en el mundo de la conectividad total.

Es fácil entender que la mayoría de los medios se hayan quedado en el hecho innovador de unas gafas que lo hacen todo, pero ¿está el producto y sobre todo, está el mercado preparado para triunfar? Business Insider de la mano de Jay Yarrow pone el dedo en la llaga en un asunto que va a dar sin duda que hablar. En un crítico artículo el autor conviene que, efectivamente, el grueso de los expertos que han probado las mieles de la última criatura de Google, está de acuerdo que se trata del futuro, pero... ¿es el presente? El medio destaca los aspectos negativos de las célebres gafas de los de Mountain View. Y no son "peros" menores: una duración de la batería que no llega al día de uso, los aspectos colaterales que afectan al usuario en lo que toca a la salud (desorientación, dolores de cabeza...), cuesta ver la pantalla en días luminosos, y luego está el aspecto del hardware en sí, ya que las gafas no pueden plegarse como unas convencionales y no sabes dónde llevarlas cuando no las usas. Y no estamos hablando de una bagatela.

 Aunque sería injusto criticar amargamente un equipo en su estadio más verde: se trata de la primera versión (Explorer Edition) y queda mucho por pulir. Pero, sabiendo esto, ¿por qué se ha adelantado tanto Google en presentar sus gafas? Una posible explicación reside en el temor en que otros fabricantes estén trabajando ya en dispositivos similares y ello haya precipitado el lanzamiento del equipo. Pero también la necesidad de Google de situarse a la vanguardia en el ámbito del hardware, uno de los caballos de batalla de una compañía que necesita demostrarse a sí misma a diario lo grande que es. De lo que no cabe duda es que se trata de una forma de entender la tecnología que tarde o temprano estará entre nosotros. No se sabe todavía si de la mano de Google o de otros fabricantes.

Los del gran buscador han corrido mucho, han apurado el sprint, pero ¿se han pasado de frenada? Glass es rompedor pero puede estamparse con el caprichoso muro del mercado. ¿Son realmente cool? Desde luego, cuentan con todos los elementos de marketing para serlo (producto de gran valor, innovador y atractivo), pero ¿realmente saldrá la gente a la calle en masa con un gadget pegado a la cara? Hasta el propio Eric Schmidt reconoció sentirse "extraño" hablando a unas gafas. Sólo el tiempo lo dirá, y es precisamente tiempo, lo que un Google a la carrera no tiene ahora. El reloj marca los segundos y el mundo quiere un producto final que comprar.

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